Conciertos oficiales Villanos del Jazz
Hace veintiún años que a este guitarrista el vibrafonista Gary Burton le hizo un vistoso hueco en el disco “Generations” y, aún, repitió en su continuación, “Next generation”. Julian Lage supo aprovechar aquella oportunidad para instalarse en una estética musical más acorde con su temperamento y técnica. Esa estética no es otra que la sensacional onda expansiva del jazz avanzado, convenientemente sazonada y envuelta en un halo de fina camerística contemporánea. El objetivo de Julian Lage era claro: en principio, llevar el mejunje folk-jazz de la Bahía de San Francisco a los restrictivos círculos de la música libre; más tarde, lo que llegase.
Lage, dado al tropezón melódico premeditado en el anuncio de unas composiciones que, luego, paulatinamente, van mostrando bordes y contornos más nítidos, es un músico cuyos arreglos rebosan equilibrio, proporcionan respiro a las elaboraciones individuales y huyen de todo efectismo. Esa es la razón por la que, desde su asentamiento definitivo en Nueva York, se hizo con un abultado currículo, sustentado en trabajos muy vistosos realizados junto a figuras como John Zorn, el aludido Gary Burton, Nels Cline, Fred Hersch o Chris Eldridge, entre otros.
Es probable que para esta presentación en Madrid, Julian Lage escoja un programa que tome como base las canciones de discos como «The layers» y «Speak to me», títulos ambos todavía relativamente recientes en la carrera del músico. «Speak to me», especialmente, contiene nueve temas escritos por el propio Lage, con la salvedad del resto -hasta cuatro- del bajista de origen peruano Jorge Roeder.
Íntimo en tono y amplio en intención, este disco es especialmente relevante porque en él se dan cita algunas de las ideas musicales más ambiciosas que Lage ha documentado hasta la fecha. Sus composiciones recorren una amplia gama de la música estadounidense y disfrutan de la mezcla deliberada de himnos góspel, blues rurales y, por supuesto, jazz.
El banjoista neoyorquino Bela Fleck no pudo estar más acertado cuando, en el inicio del milenio, afirmó que Julian Lage era una fuerza imparable.