Kenny Garrett Sextet

• Movilidad reducida
• Bucle magnético

De sesenta años acá, el legado de Charlie Parker está presente en cualquier saxofonista, máxime si la opción que ha ejercitado ha sido por el saxo alto. En Kenny Garrett esta herencia se ve ampliada por la manifiesta influencia que Coltrane despliega también en sus elaboraciones. No es casual que, en 1996, publicase el disco “Pursuance”, repleto de composiciones de Coltrane. Y tampoco lo es que, en el comienzo del milenio, el objeto de sus atenciones fuese igualmente Charlie Parker en el proyecto “Birds of a feather”, para el que fue requerido por el baterista Roy Haynes.

Kenny Garrett, de Detroit y con 65 años de edad recién cumplidos, tiene una personalidad fogosa e inquieta, de la que en las últimas cuatro décadas ofrecen testimonio algunas supernovas del jazz. A los 18 años se sentaba tras los atriles de la Duke Ellington Orchestra y, poco después, fueron las formaciones de Frank Foster y Mel Lewis las que probaron su atractiva talla técnica. Todos vieron en él a un músico de grandes virtudes. El reconocimiento generalizado le llegó más tarde, con su titularidad en las últimas bandas eléctricas del trompetista Miles Davis.

De aquella época conserva Kenny Garrett su capacidad de pegada sobre el público. Una turbina siempre en acción, dispuesta a dar el máximo en cada instante, un jazzista con tal dominio de su instrumento que añade a su música un componente de exhibición. Solos e intervenciones de una muy poco previsible progresión y una fogosidad que, «desgañitando» su instrumento, hace temer por su salud, son responsables de que Garrett no deje de proporcionar nuevos enfoques a su música y cuente por ello con una de las legiones de incondicionales más abultadas del mundo del jazz.

En un momento en el que gran parte del jazz invita a la frialdad y al vano sentimiento de pequeña cuadrilla, Kenny Garrett sigue abriendo puertas para quien quiera abrazar el conocimiento y la emoción. De hecho, si esta música sigue teniendo sentido en el corazón de sus más obstinados seguidores es por hazañas como las cubiertas por él. Hay que tener en cuenta que, para el saxofonista -y esto es lo importante- no todo el jazz tiene que ser una ligera evocación de lo que ya existió. Y, por si esto les parece poco, la popularidad de este intérprete es casi comparable a la de astros como Brad Mehldau o Pat Metheny, y, como estos, él también dispone de una poderosa capacidad de convocatoria y licencia para seducir. Su habitual quinteto, se convierte ahora en sexteto con la incorporación de la cantante Melvis Santa.