Baptiste Trotignon

• Movilidad reducida

Baptiste Trotignon es uno de los grandes pianistas de jazz de Francia y nadie debería sorprenderse porque se diga. Lo que es menos sabido es que este parisino comenzó tocando el violín, si bien la influencia de su padre -pianista aficionado- fue decisiva para que, finalmente, ejercitase opción por el instrumento por el que ahora es conocido. Estudió repertorio clásico romántico, alemán sobre todo, y acabó graduándose en piano y composición en la Academia de Música de Nantes

Mediados los 90, nada más instalarse en París, Baptiste comenzó a ser figura muy reclamada en los locales de música de jazz en vivo. Intérpretes como Eric Le Lann, Aldo Romano o David Murray solicitaron muchas veces su presencia en los clubes de la capital francesa. El primer reconocimiento académico a su buen oficio, llegaría poco después, cuando se alzó con el segundo galardón como solista en el «Concurso Nacional de Jazz de la Defensa». A partir de ese momento, los festejos oficiales fueron ya habituales para Baptiste Trotignon, y, en 2001, cuando publicó su primer disco, Fluide, recibió el prestigioso premio Django d’Or al músico francés más prometedor.

En este concierto que ahora les ofrece JAZZMADRID, se puede disfrutar a este artista en uno de los periodos más creativos de su existencia. Hace un lustro, el Instituto Francés le convocó junto a Minino Garay, un percusionista gaucho especialista en tambor legüero y cajón peruano, pero ahora llega Trotignon en el formato que mejor le sienta: a piano solo. Y ello pese a que, quien esto les cuenta, guarda un espléndido recuerdo de aquel disco de la Space Time Big Band, de Bill Mobley, en el que Baptiste ya se revelaba como un técnico muy sólido.

En este año 2023, el artista ha publicado un álbum que revisa estándares del pop británico autoría de personajes y grupos que van desde The Beatles a Radiohead. Es, pues, muy probable que este sea el repertorio que escuchemos en el concierto. Y, con todo ello, la constatación de que Baptiste Trotignon tiene sobre el piano una mano izquierda verdaderamente independiente, de esas que siempre alientan sus propios contenidos sin olvidarse jamás del tempo, mientras la derecha busca, incansable, el relato y descubre melodías muy fecundas con las que suele sobrecoger. Muchas de estas melodías son incluso anunciadas por el músico en el transcurso de la interpretación.

Y un último detalle que apuntarles: Baptiste Trotignon -al modo en que posiblemente supo escapar Joe Henderson de la magnética influencia de Coltrane en su época- no vive de reproducir los hallazgos de los grandes iconos del piano de nuestros días, y piénsese si se quiere en Brad Mehldau, o, circunscribiéndonos al ámbito estrictamente europeo -francés para más señas-, en Jean Michel Pilc. Trotignon tiene originalidad. Hay estética en sus invenciones, y hay estilo, hay ideas y, por supuesto, logros. Un cuerpo a cuerpo con el piano.