Immanuel Wilkins

Si algo ha tenido Immanuel Wilkins a lo largo de su aún incipiente trayectoria es buena prensa. El New York Times dijo que Omega (2020), su primer álbum, fue el mejor disco de jazz de aquel año. Pitchfork afirma que sus composiciones irradian una épica jazz del tamaño de un océano. ¿Son exageraciones? Para responder a esa pregunta basta escuchar aquel álbum o el más reciente The 7th Hand (2022), ambos editados en Blue Note y grabados en compañía de Micah Thomas al piano, Daryl Johns al bajo y Kweku Sumbry a la batería.

El saxofonista de Filadelfia se ha hecho un nombre, y de los grandes, con solo 27 años. Al margen de sus discos propios, imbuidos de un concepto del jazz libertario, en el que el gospel y el blues son catalizadores, y nunca ataduras, también ha colaborado con Jason Moran, EJ Strickland, The Count Basie Orchestra o Wynton Marsalis. En 2009, siendo aún un adolescente, tuvo la ocasión de interpretar el himno estadounidense en un partido de fútbol americano de los Philadelphia Eagles: quién iba a decirle que unos años después plasmaría las cuitas de la comunidad afroamericana desde un punto de vista ciertamente espiritual en discos tan emocionantes y mordaces como los que está grabando en los últimos años.