Kurt Rosenwinkel Trio

• Movilidad reducida
• Bucle magnético

Bien conocido es ya por la afición el guitarrista Kurt Rosenwinkel. Años hubo en los que, periódicamente, comparecía entre nosotros como titular, mientras grababa junto a Larry Goldings, Mark Turner o Paul Motian. Rosenwinkel procede de una escuela donde los músicos son rítmicamente fornidos cuando lo precisan, y muy sutiles cuando dibujan la melodía; dos cualidades que hacen que sus conciertos se disfruten con facilidad, incluso para los no iniciados en el jazz.

Hagamos, no obstante, algo de historia, porque, en los inicios de la década de los 90, este guitarrista solo era uno más de los intérpretes intuitivos que la Berklee School of Music de Boston proponía de tanto en tanto. Gary Burton, sin embargo, descubrió en él al solvente guitarrista que hoy conocemos y se lo llevó a su banda en la que permaneció por espacio de tres años. En muy poco tiempo, Rosenwinkel pasó de ser un artista anónimo a convertirse en otro de los sólidos referentes que suministra la estupenda cantera de jazzistas de la Costa Este estadounidense. Su estilo, fresco y desinhibido, suministró vida nueva en giras y grabaciones de artistas tan diferentes como los ya enunciados, además de Chris Potter, Danilo Pérez o Seamus Blake, todos generacionalmente, en mayor o menor medida, próximos a él.

Kurt Rosenwinkel visita JAZZMADRID para mostrarnos previsiblemente una extensión de los argumentos que animaron el temario de uno de sus discos más brillantes en los últimos años, Angels around; esencialmente un puñado de estándares con algunas creaciones propias trenzadas en el repertorio. Todos los temas están interpretados de una forma muy personal y repleta de desafíos. Y, como el guitarrista, además de un fecundo improvisador, es un anfitrión generoso, se explica en escena con la ayuda de un par de cómplices a los que no duda en dar protagonismo cuando el guión lo exige: Dario Deidda en el bajo, y Gregory Hutchinson en la batería.

El primero ha sido un músico muy activo durante muchos años en el ámbito italiano del que procede, y cuenta con un par de importantes activos en su haber: un conocimiento profundo del American songbook, y los contenidos de su fantástico álbum My favorite strings. Gregory Hutchinson, por su parte, es un baterista de gran experiencia al que el suministro de ideas rítmicas parece no agotársele nunca. Sus escarceos hacia el final del desarrollo de los temas, cuando el clímax ha crecido, son de nota alta, recurriendo a un conocimiento de la improvisación que garantiza que lo que está sucediendo, no había tenido lugar nunca antes. En cuanto a Rosenwinkel, concluir que es evidente que pertenece a una cultura musical que hace que el jazz cambie; un cambio, sin embargo, que no afecta a uno de los axiomas esenciales del género: que no hay ritmo sin aliento. Todo ello permanece y afianza sus concepciones.