Lakecia Benjamin – «Phoenix»

• Movilidad reducida
• Bucle magnético

Neoyorquina, saxofonista y mujer. Estilística y generacionalmente, Lakecia Benjamin encuentra cierta equivalencia con la dinámica profesional de colegas como Tia Fuller, Melisa Aldana o Nubya García. Y, si esta clase de valoraciones suele ser siempre un detalle subjetivo, de incontestable objetividad es, en cambio, el prestigio profesional que supone contar con un currículo en el que personajes como David Murray, Clark Terry o James Blood Ulmer alguna vez han contado con ella para grabar discos y actuar.

Lakecia, en cualquier caso, desde que se produjo su salto a la fama en 2004 en el grupo Young Titans que dirigía el trompetista Clark Terry, ha ido desgranando un catálogo de colaboraciones y proyectos propios suficiente y brillante. La suerte, haberle caído en gracia en sus inicios como estudiante al saxofonista Gary Bartz, le permitió introducirse en algunos ejercicios de entrenamiento para saxofonistas de jazz como los 25 Daily Etudes de Haycinthe Klosé, que le fueron muy útiles para perfeccionar su técnica interpretativa. No perdió el tiempo y, a la par -y con la ayuda de nuevo de Gary Bartz-, se introdujo a fondo en la música de Charlie Parker, John Coltrane y Jackie McLean.

La recompensa llegó en breve, porque, cuando se vuelve a repasar el historial laboral de Lakecia Benjamin, se comienza a tener consciencia de que esta mujer en algún momento ha trabajado también junto a Anita Baker, las orquestas de Count Basie y de Duke Ellington, Harry Belafonte, Joanne Brackeen, Marcy Gray, Ulysses Owens Jr., Jimmy Heath, Charlie Persip y -aquilatando mucho el listado de nombres- junto a Stevie Wonder y Gregory Porter también.

Lakecia tiene publicados cuatro álbumes, Retox (2012), Rise up (2018), Pursuance: The Coltrane (2020) y Phoenix (2023), y el último, precisamente, una grabación producida por la baterista Terri Lyne Carrington, es el que, previsiblemente, presentará en JAZZMADRID. Este disco revalida la condición de Lakecia como intérprete total, cuya cercanía, dada además la formación por la que se hace acompañar, puede darse por cierto que se producirá. Zaccal Curtis al piano, Elias Bailey en el contrabajo, y en la batería el versátil y preciso E.J. Strickland, representan el contexto instrumental más idóneo en el que la saxofonista localizará el espacio exacto para desplegar su catálogo de atractivas virtudes. 

Otro éxito más de este festival para una artista que sabe muy bien lo que quiere contar y, sobre todo, cómo tiene que hacerlo, honrando al mismo tiempo a sus mentores y también a todas las estrellas del saxo que le han precedido.