RABIH ABOU-KHALIL TRIO

• Movilidad reducida
• Bucle magnético

Hace algo más de medio siglo, los ambientes artísticos beirutís disfrutaban de un predicamento tan sólido que esta capital era considerada como el Paris de Oriente Medio. Por fortuna, ni siquiera la guerra pudo impedir que sus músicos siguieran siendo una fuente inagotable de talento. El laudista Rabih Abou Khalil hace tiempo que abrió la espita de la libertad para el repertorio de filiación clásica árabe. Y lo hizo valiéndose del jazz, la forma musical más respetuosa que puede frecuentar cualquier estilo que carezca de prejuicios para recibir interpretaciones múltiples.

Niño precoz, Rabih comenzó a estudiar el laúd árabe a los cuatro años de edad. Como bien se sabe, en el ámbito geográfico del que procede el artista, este instrumento goza de un prestigio comparable a la importancia que, en nuestro ámbito occidental, puedan tener el piano o el violín.

La guerra del Líbano más tarde, obligó a Rabih a abandonar su país en 1978, y a establecerse en Munich, donde recibió formación clásica de Walther Theurer en el conservatorio de esta ciudad. Fue así como se familiarizó con la cultura musical occidental, adquiriendo conocimientos que hicieron muy fáciles su comunicación y el intercambio con diversos músicos de Europa.

De hecho, el puente que Rabih ha tendido en todo este tiempo entre Oriente y Occidente comenzó a existir cuando la world music ni siquiera era un concepto y, por supuesto, tampoco una moda. Las formaciones de las que se acompaña son siempre de una extraordinaria calidad, acordes con las exigencias de un músico que hace caligrafía melódica cada vez que pulsa las cuerdas de su laúd. Muy pocos han meditado tanto las composiciones desde tantos ángulos del horizonte sin desdecir su identidad, sin empobrecerse y sin transformarse en lo que no debería ser.

Rabih Abou Khalil no se somete jamás a la inercia rítmica cuando concibe sus composiciones, y por eso su obra es un árbol de melodías que jamás permanecen quietas. Son lo más parecido a un río de corrientes expresivas que se entrelazan, que tropiezan y tienen afluentes en la dinámica de cada uno de los músicos que le acompañan en sus proyectos. Viene ahora a este concierto al frente de un trío, en el que sus intervenciones dispondrán de un alto contenido energético que permitirá vislumbrar singularidad en el anuncio de la melodía dicha por el laúd, y altas dosis de inteligencia en el desarrollo conjunto. 

La de Rabih Abou Khalil es la obra de un intérprete de laúd que dispone de pensamiento propio y, tras haber eliminado algunos elementos que podrían limitar su lenguaje, lo muestra con mucha sencillez a nuestros oídos. Es una suerte que en el jazz no todo sea Nueva Orleans, Chicago o Brooklyn.